martes, 15 de marzo de 2011

Casi nada, con el vasco.....

Un bilbaino está bebiéndose una cervecita en un bar de Sevilla. Recibe una llamada en su móvil. Descuelga, sonríe de oreja a oreja y le dice al camarero que ponga una ronda para todo el bar:
-Pago yo porque he sido padre de un macho.
Su mujer, en el Hospital de Cruces, de Bilbao, ha tenido un típico bebé con un peso al nacer de 11 kilos. 
Los clientes del bar, todos puros sevillanos, miran con incredulidad al bilbaino, pues nadie puede creer que un recién nacido llegue a pesar 11 kilos. Pero el de Bilbao se encoge de hombros y dice:
-Es la media en Bilbao, ¡leche!. Como he dicho, mi niño es un típico bebé bilbaino. 
Los sevillanos, no del todo convencidos, se acercan y le felicitan, también se oyen exclamaciones desde otras partes del bar, incluso una mujer se desmaya debido a dolores empáticos. 
Dos semanas más tarde el bilbaino, que trabaja en los astilleros, vuelve al bar. El camarero, que le reconoce, le dice:
-¡Hola, mi arma!, usted es el padre del típico bebé bilbaino que pesó 11 kilos al nacer ¿no? Todo el mundo ha estado haciendo apuestas sobre cuanto pesaría su hijo después de dos semanas. Y ya que esta aquí, díganos ¿cuánto pesa ahora?
Todos los sevillanos que llenan el bar tienen las orejas como radares. 
El bilbaino responde con orgullo paternal y de su tierra:
-Ocho kilos. 
El camarero, confuso y desconcertado, le dice:
-¿Qué ha pasado? ¡Si el bebé pesaba 11 kilos el día que nació!. 
El engreído padre bilbaino se toma pausadamente un buen trago de su botellín, se recrea en la suerte, mira vacilón a toda la clientela que espera expectante, se seca los labios en la manga, se inclina levemente ladeado hacia el camarero y con aire cómplice exclama: 
-¡Lo hemos operado de fimosis!    

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